Dios habita entre su pueblo
Ven a Él

Devocionales

Deprimido
 
 
Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados,
y yo os haré descansar.

Mateo 11:28.

El Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer.
Romanos 15:13.
Está usted desanimado, cansado de todo; desea que algo cambie, pero ignora qué…? ¿No le gustaría experimentar el cambio que Jesús trae a los que le conocen? ¿Acaso desconfía y está a la defensiva, pensando que sólo se trata de una religión más? No queremos hablarle de una religión, sino de Aquel que le ama más que nadie. Jesús es “el camino, y la verdad, y la vida” (Juan 14:6). El camino: por medio de Jesús y sólo por él podemos acercarnos a Dios.

El verdadero cristianismo es más que una religión, es un contacto personal con el Hijo de Dios. En una sociedad donde el mal progresa a grandes pasos, muchos jóvenes se sienten angustiados, desanimados, y nadie logra tranquilizarlos. La Biblia nos muestra los motivos: el mal está en el corazón de cada ser humano (Jeremías 17:9), y el mundo entero está sumido en el mal (1ª Juan 5:19).

Pero el mensaje bíblico no se queda ahí, sino que también da la solución a quienes están abrumados por el miedo, la tristeza y el sufrimiento. Jesús dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28). La gracia de Dios anuncia que todos nosotros somos pecadores y merecemos el juicio, pero que si reconocemos nuestro estado, podemos encontrar en Cristo la solución, la paz y la tranquilidad. “La gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres” (Tito 2:11).

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Como demoler las tentaciones en 3 minutos

Y YO ROGARÉ AL PADRE, Y OS DARÁ OTRO CONSOLADOR, PARA QUE ESTÉ CON VOSOTROS PARA SIEMPRE.” (Juan 14:16)
Bruce Wilkinson escribe en su excelente libro Spiritual Breakthroughs (Victorias Espirituales): “Fue un avance decisivo cuando descubrí que antes de cada tentación mis emociones estaban conmocionadas (internamente agitadas) y que en realidad estaba buscando alivio. Entonces recordé la promesa: ‘Y Yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre’ (Juan 14:16).

Increíble; Jesús nos mandó al Espíritu Santo para que sea nuestra fuente continua de consuelo y alivio. Y me pregunté qué pasaría si le pedía específicamente que me reconfortara a la hora de la tentación. Decidí intentarlo. Oré así: ‘Querido Espíritu Santo, Te necesito desesperadamente. No quiero pecar. Por favor, confórtame ahora.’ Al principio no pasó nada, y me sentí muy desanimado. Pero poco a poco fui consciente de algo, de que estaba siendo confortado.

No sé exactamente cuándo me sentí reconfortado, pero sabía que había sucedido, que mi espíritu se sentía aliviado y ya no había dolor.
Cuando volví a pensar en la tentación, ésta se había deslizado milagrosamente de nuevo a las tinieblas, muy lejos de mis sentidos.
Era libre. He orado a mi Consolador muchas veces desde entonces y he descubierto dos verdades inmutables:

(1) El Espíritu Santo siempre, absolutamente siempre, cumple su responsabilidad en mi corazón; 

(2) Siempre me da su alivio y consuelo en menos de tres minutos, aunque no podría decir en qué momento exacto lo hace. Yo llamo a esta oración de consuelo mi “demoledor de tentaciones en tres minutos”. ¿Por qué no la pruebas tú?
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 CONOCIENDO A DIOS TU PADRE

“…¿CUANTO MÁS VUESTRO PADRE QUE ESTÁ EN LOS CIELOS DARÁ BUENAS COSAS A LOS QUE LE PIDAN? Mateo 7:11.

El hijo de un hombre rico esperaba recibir un coche deportivo para su graduación. Pero en lugar de eso, su padre le llamó al despacho, le dijo que le amaba y le entregó una caja. Cuando la abrió, encontró una Biblia encuadernada en piel con su nombre inscrito por dentro.

Enfadado, dijo: “Con todo el dinero que tienes, ¡y me das una Biblia!”, y salió corriendo. Nunca más se volvieron a hablar. Años después, recibió una llamada informándole que su padre había fallecido y le había dejado toda la herencia. Mirando entre las cosas de su padre, encontró la Biblia, todavía en la caja. Con lágrimas en los ojos, se dio cuenta que su padre había subrayado Mateo 7:11:“Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre… dará… a los que le pidan?” Mientras lo leía, una llave de coche se cayó desde dentro – con una etiqueta que tenía el nombre del concesionario - ¡para el coche deportivo que quiso tener años atrás! En la etiqueta, al lado de la fecha de su graduación, estaban las palabras: “Pagado. Con cariño, papá”.

Nuestro Padre celestial sabe qué necesitamos, cuándo estamos preparados para recibirlo (que es mucho más de lo que la mayoría de nosotros sabe), y cómo hacérnoslo llegar. Escucha: “…Yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice el Señor, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis” (Jeremías 29:11).

Firmado: Tu Padre celestial.

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Estás atado por dentro?

“…SI TODAVÍA AGRADARA A LOS HOMBRES, NO SERÍA SIERVO DE CRISTO.” (Gálatas 1:10b)

Hasta que dejes de estar de acuerdo con los que te maltrataron o con los sucesos que te lisiaron emocionalmente, te quedarás encerrado en una prisión fabricada por ti mismo. Muchos de nosotros hemos intentado durante toda la vida que alguien cambiara su opinión de nosotros.

Estamos decididos a demostrarles que somos y valemos para algo. Nunca dejes que tu meta sea obtener la aprobación de otra persona. La verdad es que siempre habrá gente a la que no le caerás bien, la que nunca verá tus buenas cualidades.

Cada vez que estás de acuerdo con alguien que te rechaza o abusa de ti, te atas a esa persona. Al decir, sea de palabra o de obra: “Tenías razón al golpearme, dejarme o herirme”, te atas a su opinión en vez de a la de Dios. Además, cuando haces tuya su opinión, has construido una prisión dentro de tu alma con un solo prisionero: ¡tú! 

¿Estás listo para aceptar que la persona a la que has estado intentando impresionar durante toda tu vida, tal vez nunca quedará impresionada? ¿Y estás preparado para aceptar que desde la perspectiva de Dios eso no importa? Para tratar eficazmente con otros, debes ser capaz de trabajar a su lado, sin permitirte que te controlen con sus caprichos, o te gobiernen por medio de la opinión que tienen de ti.

Con toda seguridad, no necesitas liberación del maligno, ni de nadie; sólo tienes que ser liberado de las falsas creencias que tienes sobre ti mismo. Cuando puedas reconocerlo, habrás dado el primer paso hacia la libertad.

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La Opinión de sí mismo

 Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de la fe que Dios repartió a cada uno.  Romanos 12:3.


En las escuelas y universidades se enseña a los estudiantes a analizar sus aptitudes y a conocer sus puntos fuertes para que puedan defenderlos en las entrevistas de trabajo. Sin duda es algo útil en el contexto actual, en donde es difícil encontrar empleo.

       En el ámbito espiritual, por el contrario, el creyente debe estar atento a la enseñanza que la Palabra de Dios da respecto a este tema. El apóstol Pablo, quien nos exhorta a no tener una alta estima de nosotros mismos, nos da el ejemplo: “Yo soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo” (1ª Corintios 15:9-10). No se subestimaba, sino que era consciente de que lo que era se lo debía únicamente a la gracia de Dios. Además, declaró: “De mí mismo en nada me gloriaré, sino en mis debilidades… para que repose sobre mí el poder de Cristo” (2ª Corintios 12:5, 9).

       Sólo podemos ser útiles en el trabajo para el Señor en la medida en que nos olvidemos de nosotros mismos y demos el primer lugar a él. Entonces, no perdamos el tiempo mirándonos a nosotros mismos, y esforcémonos en servir al Señor con humildad. 


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